En mi casa, la lectura antes de dormir significa instalarme en la cama de mi hija y leer en voz alta hasta que una de nosotras (usualmente yo), se quede dormida. Es un momento encantador de alfabetismo. Pero nadie me enseñó nunca cómo hacerlo correctamente.

Eso es debido a que, hasta hace poco, ha habido muy poca evidencia de que hay una forma correcta de hacerlo. Anteriormente, los expertos imploraban a los padres: LÉALE A TU HIJO. Solo pase 20 minutos con él. ¡Eso es todo!

Johnny no puede leer y tampoco lo pueden hacer sus compañeros de clase

Muchos padres siguen obedientemente estas vagas instrucciones, tal vez no tanto como se supone que deberían, pero la investigación sugiere que los padres deben leerle en voz alta con regularidad a sus hijos pequeños. Y muchos niños aprenden a leer a pesar de este enfoque poco científico. Pero un número grande de ellos no aprende. De acuerdo con un informe de la Fundación Annie E. Casey, solo el 34 por ciento de los estudiantes de cuarto grado tienen dominio en la lectura. Esta es una estadística devastadora, si alguna vez hubo una. Por eso estoy emocionada de escuchar sobre nuevos hallazgos de un estudio sobre lectura conducido en la Universidad de Ohio que puso al descubierto un simple consejo para ayudar a activar los cerebros de lectura de los niños.

Señalar lo obvio

La investigación publicada en la edición de mayo/junio de 2012, de la revista Child Development, encontró que usar “referencias impresas” (por ejemplo, señalar físicamente cosas obvias como “¿puedes ver cómo el inicio de ‘perro’ empieza con el sonido de la p?” y “mira cómo estoy leyendo de izquierda a derecha”) durante el momento de la lectura hace una enorme diferencia en lo bien que los niños aprenden a leer. Estudios realizados por los mismos investigadores han mostrado que los maestros no entrenados hacen referencias de este modo aproximadamente 8,5 veces en una sesión de lectura en comparación con maestros entrenados que lo hacen unas 36 veces. Nosotros los padres solo lo hacemos una vez.

El estudio dividió a 300 preescolares académicamente en riesgo en tres tipos de salones de clase para un programa de lectura de 30 semanas. En un grupo se colocó a los maestros entrenados para usar referencias impresas en voz alta cuatro veces por semana. En el segundo grupo a maestros con un entrenamiento similar que leyeron en voz alta solo dos veces por semana, y en el grupo de control a los maestros que les leían a sus estudiantes tal como lo hacían normalmente, cuatro veces por semana.

¿También mejora la comprensión de lectura?

Después de uno y dos años, los niños que habían sido enseñados por los maestros que leían cuatro veces por semana con referencias impresas, no solo eran mejores en la lectura de palabras y ortografía, sino que además de eso: ¡tuvieron mejor comprensión de la lectura también! (Incluso los investigadores parecían estar confundidos por esto). Incluso los niños que solo tenían dos días por semana de lectura con referencia impresa tuvieron habilidades ligeramente mejores que los niños en el grupo de control.

Este estudio parece extraño, ¿podría este cambio tan pequeño cambiar el futuro de la lectura de los niños tan fácilmente? Me recuerda cómo la lectura empieza como una experiencia completamente misteriosa, un tipo de niebla mágica en la cual los niños pueden pasar años vagando antes de encontrar un camino. Con esas 100 mil millones de neuronas haciendo conexiones a la velocidad de la luz, escalando una enorme montaña de significado, hechos y habilidades, sus cerebros necesitan un asidero, y mientras más asideros les proporciones, más progreso pueden hacer, letra por letra, palabra por palabra.

Translated by: SpanishWithStyle.com

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