Mi hija irá a la universidad el próximo año. A medida que se acerca su partida, se me ocurren cosas de las que quiero hablarle (los temas van desde la lavandería hasta la conducción de autos y los mantras inspiradores) a todas horas. ¡Realiza actos de bondad al azar! ¡Si puedes soñarlo, puedes hacerlo! ¡La vida no es un lecho de rosas!

Y luego está el sexo. ¿Le he dicho todo lo que necesita saber para disfrutar de relaciones sexuales saludables y estar a salvo? (¿Y exactamente qué necesita saber ella?).

Al igual que otros padres, he escuchado historias sobre encuentros casuales, sexo sin compromisos, sexo con personas desmayadas, agresiones sexuales en el campus y otras situaciones de pesadilla que son un hecho de la vida universitaria contemporánea. De hecho, pude saber más sobre estos problemas cuando edité The Hunting Ground, (enlace en inglés) el libro complementario del galardonado documental de CNN (enlace en inglés) que explora la violencia sexual en los campus universitarios. Por supuesto, la violación es un delito violento, completamente diferente (pero, desafortunadamente, no completamente separado) del complejo mundo moderno del sexo y el romance. Sin saber con qué van a encontrarse nuestros hijos adolescentes una vez que estén fuera de casa, ¿qué necesitamos decirles sobre el sexo y las relaciones para que aprendan a tener experiencias saludables y satisfactorias y a mantenerse a sí mismos y a sus parejas a salvo? Para averiguarlo, recurrí a los expertos: educadores y escritores que han pasado años en las trincheras, hablando con adolescentes y sus padres sobre el sexo y las relaciones.

Debes tener estas conversaciones, sin importar cuán incómodo te pongan a ti o a tu hijo

Hablar sobre sexo y consentimiento con tu hijo no debe ser una sola conversación. Los expertos recomiendan que los padres hablen abiertamente con sus hijos adolescentes sobre estos temas de manera continua. A medida que tu hijo madura, también deberían hacerlo las conversaciones. Pero ahí es cuando las cosas se ponen difíciles. El sexo está en todos los ámbitos de la cultura estadounidense; sin embargo, a muchos de nosotros nos resulta un tema difícil de abordar. Y la mayoría de los adolescentes tienen menos deseos de tener estas conversaciones que nosotros. Los padres con buenas intenciones que intentan presentar el tema, aprenden rápidamente que no hay mejor manera de sacar a sus hijos de una habitación. Después de algunos intentos, muchos padres se dan por vencidos y se confortan a sí mismos diciendo: “Está bien, recibió educación sexual en la escuela el año pasado” o “Los padres son las últimas personas con las que los adolescentes quieren hablar sobre estas cosas”.

Pero los expertos dicen que entablar estas conversaciones es una responsabilidad esencial de los padres. Deborah Roffman (enlace en inglés), autora de Talk to Me First: Everything You Need to Know to Become Your Kids’ “Go To” Person about Sex, escribe para The Huffington Post: (enlace en inglés)

“Lo que sabemos de literalmente décadas de investigaciones es que los jóvenes criados en familias donde se discute abiertamente la sexualidad son menos vulnerables a la participación prematura en actividades sexuales y, cuando se involucran, lo hacen con una mayor comprensión, previsión y sentido de cuidado y responsabilidad. Es la educación, no la evasión, lo que hace que nuestros hijos estén más seguros”.

Más allá de solo decir no

Muchos padres tienden a enfatizar los peligros del sexo (si llegan a hablar al respecto) y no hablan sobre los aspectos positivos de las relaciones sexuales saludables.

La mayoría de las clases de educación sexual transmiten un mensaje similar, dice Roffman. “La educación de sexualidad es realmente educación sexual: ‘Estas son las partes que tienes, lo que puedes hacer con ellas, los problemas que puedes tener si lo haces, y formas de prevenirlos’”.

Peggy Orenstein, autora de Girls & Sex, (enlace en inglés) llama a esto un enfoque para hablar sobre el sexo basado en el miedo. “Nos aseguramos de que los niños sepan todas las cosas que pueden salir mal: embarazo, enfermedades de transmisión sexual, y como padres, creemos que hemos hecho un buen trabajo. Como madre, también lo habría pensado antes de comenzar a explorar el tema”.

En su investigación, Orenstein descubrió que este énfasis en los riesgos del sexo ha contribuido a una triste ignorancia sobre el sexo y la intimidad entre los adolescentes. En particular, descubrió que, a pesar de los avances en los derechos de las mujeres, para muchas adolescentes hoy en día, el sexo tiene más que ver con el placer de su pareja que con el suyo. “Muchas de las chicas que entrevisté sentían que tenían derecho a tener relaciones sexuales, pero no derecho a disfrutarlo”, dice.

Si los padres solo enfatizan los peligros del sexo, entonces será menos probable que los chicos aprendan sobre su propio cuerpo y el de su pareja, y sobre la reciprocidad, el respeto y otros ingredientes que componen una relación madura y satisfactoria.

Habla sobre valores, no solo sobre la mecánica

La realidad es que si tú no hablas con tus hijos sobre el sexo, ellos obtienen su información de alguna otra parte, y así pierdes la oportunidad de compartir tus valores y ayudar a moldear los suyos. Es una buena oportunidad para hablar con los chicos sobre temas como la autenticidad versus la popularidad y sobre cómo tratar a otras personas. Por lo que, cuando los padres hablan con sus hijos adolescentes sobre el sexo, no deberían hablar solamente sobre la mecánica de la reproducción sexual. También deben hablar sobre el respeto, la autoestima, la reciprocidad, la autenticidad, la honestidad, la empatía: estos son valores que probablemente les has estado enseñando a tus hijos durante toda su vida y que también son relevantes para las relaciones sexuales saludables.

Los padres modelan y transmiten lecciones sobre reciprocidad, respeto y otros valores en la vida diaria. También puedes ayudar a tu hijo a identificar estas cualidades (o la falta de ellas) en las interacciones que ves a tu alrededor. Cuando escuches una conversación de la mesa junto a la tuya en un restaurante o cuando estén viendo una película juntos, haz preguntas como: “No me gustó la forma en que le habló a ella, ¿y a ti?” o “¿Te parece que se están tratando con respeto?” o “Se conocieron y tuvieron relaciones sexuales casi de inmediato. ¿Qué piensas sobre eso?”. Incluso si tu hijo se siente incómodo o no responde, preguntas como estas harán que tu hijo piense. También demuestran tu disposición a hablar abiertamente sobre estos temas y tu respeto por la opinión de tu hijo adolescente.

Y si tu hijo se resiste, los expertos dicen que debes seguir intentándolo. Te está escuchando, incluso si actúa como si no lo hiciera. “Por supuesto que los adolescentes van a resistirse al punto de vista de sus padres, así es como se convierten en una persona individual. Pero ellos lo oyen. Utilizan los valores de sus padres como punto de referencia. He notado que a los chicos que saben cuáles son los valores de sus padres les resulta más fácil descubrir los suyos”, dice Roffman.

Consentimiento

Es una palabra que los adolescentes escucharán casi tan pronto como lleguen al campus. Hoy, la mayoría de las universidades tienen talleres (a menudo obligatorios) sobre sexo y consentimiento durante la orientación universitaria. El consentimiento simplemente significa que ambas personas involucradas en un encuentro sexual deben estar de acuerdo en hacerlo y que cualquiera de las personas puede decidir, en cualquier momento, que ya no lo consiente y que desea detener la actividad sexual.

“Consentimiento significa respetar los límites de las personas”, dice Roffman. “La actitud predominante solía ser que todo está bien a menos que la otra persona diga que no. Ahora, la responsabilidad recae en la persona que quiere participar en una situación para obtener el permiso de su pareja”. Eso significa que ambas partes necesitan escucharse mutuamente decir que sí de forma clara.

Si le has enseñado a tu hijo adolescente a escuchar y respetar a otras personas, el concepto de consentimiento puede parecer obvio, pero sigue siendo una buena idea explorar algunos de los matices que podrían surgir en situaciones de la vida real. La forma en que ayudes a tu hijo a prepararse para situaciones específicas puede depender de su género, ya que es más probable que las chicas sean el blanco de la agresión sexual y que los chicos sean el agresor. Discute posibles situaciones y cómo manejarlas. ¿Es consentimiento si la otra persona está drogada o borracha? Si cambias de opinión en medio de un encuentro sexual, ¿cuál es la mejor manera de comunicárselo a tu pareja? Si tienes dudas sobre dar el siguiente paso, ¿cuáles son algunas buenas maneras de bajar el tono de la situación?

Discutir posibles escenarios y estrategias le servirá a tu hijo para planificar con anticipación y estar preparado si surgen situaciones difíciles. Prepararse con anticipación es una habilidad que muchos jóvenes aplican a los estudios, pero no a la vida real, según la educadora sexual de secundaria, Charis Denison. La mayoría de los adolescentes no pensaría en presentarse a un examen sin saber de qué se les va a evaluar, dice Denison en el libro de Orenstein. “Pero la gente irá a una fiesta sin pensarlo en absoluto, ni siquiera sobre lo que no quieren que suceda”.

Encuentros casuales

Cuando los jóvenes adultos usan el término “encuentro casual”, este puede significar cualquier cosa, desde besos hasta sexo oral o anal y relaciones sexuales, según Orenstein, y generalmente se refieren a un encuentro que no implica ningún compromiso emocional.

A pesar de la exageración de los medios sobre la desenfrenada cultura de encuentros casuales en los campus universitarios, los números reales no son tan altos como podrías creer. Orenstein cita los hallazgos de la Encuesta en Línea de la Vida Social de la Universidad, que concluye que el 20 por ciento de los estudiantes universitarios ha tenido 10 o más encuentros casuales para el último año; el 40 por ciento ha tenido tres encuentros casuales o menos, y solo un tercio de los encuentros incluye relaciones sexuales.

Generalizados o no, los encuentros casuales son un tema que los padres deben hablar con sus hijos adolescentes. La mayoría de los adultos entiende lo difícil que es separar el sexo de los sentimientos y la mayoría estaría de acuerdo en que el sexo es mucho mejor en el contexto de una relación amorosa. No se trata de juicios morales sobre si tener encuentros casuales es correcto o incorrecto, son simplemente las conclusiones a las que la mayoría de nosotros llegamos basados en nuestras propias experiencias y las experiencias de quienes nos rodean y, por lo tanto, vale la pena compartirlas con nuestros hijos. Pregúntales qué piensan acerca de los encuentros sexuales sin compromiso emocional y cómo se sienten con estos encuentros en comparación con estar en una relación. Discutir estos temas ayudará a tu hijo a reflexionar sobre sus propios valores y lo que quiere de las relaciones en su vida.

Muéstrate abierto a las preguntas

Durante todas estas discusiones querrás transmitirle a tu hijo la seguridad de que siempre puede recurrir a ti para obtener información y apoyo. La Asociación Estadounidense de Salud Sexual (enlace en inglés) alienta a los padres a mostrarse abiertos a las preguntas sobre sexo, lo que significa ser accesible y no molestarse o alterarse por las preguntas que haga tu hijo. Si no sabes una respuesta, díselo a tu hijo, consulta una fuente confiable para descubrirla (mira las sugerencias a continuación) y analiza lo que aprendes con tu hijo. Al crear un ambiente abierto y curioso sobre el tema del sexo, podrás proporcionarle la información que tu hijo necesita cuando la necesite.

Ejercicio de prueba

Enriquecida por mi investigación, me ofrecí a llevar a mi hija a la escuela una mañana. Ella siempre está feliz de evitar tomar el autobús, por lo que aceptó con entusiasmo. Mientras nos movíamos lentamente por el tráfico de la mañana, decidí comenzar a hablar. Le dije que había algunas cosas sobre sexo y relaciones que quería que supiera.

“Mamá, ya hemos hablado de esto”, protestó, volteando los ojos. “Y he recibido clases de educación sexual un millón de veces”. Ante mi insistencia, me dijo mientras desenredaba sus auriculares: “Está bien, puedes hablar, ¡pero no te voy a escuchar!”.

Comencé mi charla y ella se puso un auricular en una oreja, pero no en el otro. Miraba fijamente al frente y no decía mucho, pero sabía que me estaba escuchando: incluso terminó contándome sobre una amiga que se estaba cuidando para no quedar embarazada y me hizo una o dos preguntas. No era una conversación lineal; de hecho, era más bien un monólogo, con algunas respuestas reacias de mi hija rehén y hubo muchas cosas que no tuve la oportunidad de decir. Aun así, me siento bien al respecto. Abrí el tema y será más fácil discutirlo la próxima vez.

“Eso no fue tan malo, ¿verdad?”, le pregunté cuando llegamos a la escuela.

“Lo que tú digas”, me contestó al bajar del auto. “Pero la próxima vez, tomaré el autobús”.

Translated by: SpanishWithStyle.com

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