Independientemente de que tu adolescente tenga o no en mente adquirir una tarjeta de crédito el próximo año, lo cierto es que es muy probable que reciba una avalancha de ofertas de tarjetas de crédito en el campus y sus alrededores. ¿La buena noticia? Una tarjeta de crédito puede contribuir a que los adultos jóvenes desarrollen una calificación crediticia positiva (enlace en inglés), la cual jugará a su favor cuando llegue el momento de alquilar un apartamento o comprar un auto o una casa. ¿La mala noticia? Muchos adolescentes nunca aprenden a usar la tarjeta de crédito con sabiduría. Como padre, te presentamos siete cosas que debes enseñarle a tu adolescente para lograr que esta incursión en la adultez sea un paso positivo hacia la obtención de crédito en lugar de un descenso desastroso hacia el endeudamiento.

  1. Todo gira en torno a la TAE

    La TAE (APR, por sus siglas en inglés) es la tasa de interés y cuotas fijas que le aplicarán a tu hijo en cada compra. Sí, las recompensas resultan tentadoras, pero incentiva a tu hijo a ignorar las promesas de puntos y elegir la tarjeta con la TAE más baja. Generalmente, esta no se trata de la tarjeta patrocinada por la universidad de tu hijo. Tampoco suele ser la tarjeta altamente comercializada que le proporciona una camiseta o frisbee gratis de camino a clases. Además, adviértele a tu hijo que tenga cuidado con la TAE inicial (la baja tasa que recibirá tras la apertura y que no durará más de 6 o 12 meses) y que se asegure de investigar la verdadera tasa de interés de la tarjeta.

    Un dato importante que vale la pena comentarle a tu adolescente es que una tarjeta con 13.4 por ciento de interés (si no amortiza el saldo completo de inmediato) aumenta el costo real de unos jeans de $100 a $113.40 tras un solo mes de interés. Y a partir de allí, no hará más que aumentar.

  2. Ajustarse a un presupuesto

    Dile a tu hijo que establezca un presupuesto mensual de gastos estimados. Los adolescentes deberían fijar el presupuesto en base a los ingresos obtenidos de su empleo (o de los ahorros trabajados durante la escuela secundaria), no en el límite de su tarjeta de crédito.

    “El problema con las tarjetas es que pueden dar la impresión de ser dinero de Monopoly, provocando que los adolescentes gasten más dinero del que lo harían si se tratase de dinero en efectivo”, señala la experta en finanzas personales Beth Kobliner en su libro Make Your Child a Money Genius (Even If You’re Not) (enlace en inglés).

    Enséñale a tu hijo a limitar sus compras a las mismas cosas que compraría con su mesada. Si tu hijo necesita realizar compras más grandes (como una computadora), haz que descifre cuánto tiempo le tomará amortizar la compra, incluyendo los intereses, y que compare el precio más intereses con el precio individual de la compra. ¿Vale la pena esperar (y ahorrar) para comprarla con dinero en efectivo? ¿Cuánto dinero ahorrará si amortiza la deuda lo más pronto posible?

  3. Amortiza. Todos los meses. Además de entender y evitar las cuotas

    Puede que el siguiente consejo sea uno de los mejores regalos que puedas darle a tu hijo: enséñale a amortizar el monto total de su saldo todos los meses, sin excepciones. Acumular saldo implica pagar intereses y hacer que cada compra sea más costosa. Habla con tu hijo sobre las ventajas y desventajas de configurar un plan de pago automático con el banco. Tales planes automatizan el proceso de pagar el saldo mínimo o total, pero las personas se topan con problemas (y altas tarifas de sobregiro bancario) si el saldo disponible en su cuenta bancaria no cubre el pago automático el día en el que sea debitado. Teniendo esto en cuenta, cuando tu adolescente olvida pagar a tiempo, los cargos por retraso de la tarjeta de crédito pueden aumentar el saldo de tu hijo desde $25 hasta $39 en cada ocasión. Además, los pagos atrasados son reportados a las tres mayores agencias de crédito, así que implica una doble sanción: cuotas en el presente y crédito insuficiente en el futuro.

  4. Verifica el saldo al menos una vez a la semana

    Incentiva a tu adolescente a descargar la aplicación móvil para la tarjeta de su elección. Los adolescentes deben aprender a visitar la página web de la compañía de su tarjeta de crédito al menos una vez a la semana. No solo serán capaces de mantenerse al tanto de sus gastos, sino que también pueden detectar cargos fraudulentos (enlace en inglés).

  5. No uses más del 20 por ciento del crédito disponible en la tarjeta

    Incluso muchos adultos desconocen que gastar más del 20 por ciento del crédito disponible en la tarjeta afecta su calificación crediticia (enlace en inglés). Por lo tanto, si aquella tarjeta nueva y reluciente establece un límite de $500 para tu adolescente, este debe intentar mantener los gastos mensuales por debajo de $100. ¿Y qué hay de gastar todo el crédito disponible en tu tarjeta, incluso si lo pagas cada mes? Ni lo pienses. Las compañías de tarjetas de crédito van un paso por delante de ti, y puede que reporten tu saldo mensual a las agencias de crédito antes de que pagues la factura. Si la agencia de crédito descubre que tu tarjeta está al límite, tu calificación se desplomará.

  6. Amortiza a tiempo

    Puede que a los estudiantes les importe poco hoy en día, pero descubrirán que su historial crediticio los seguirá incluso después de la universidad. Es importante que los adolescentes lo sepan de antemano, de manera que puedan establecer un crédito positivo durante los años universitarios que les facilite alquilar un apartamento y optar a préstamos después de graduarse. Explícale a tu adolescente que si decide vivir fuera del campus más tarde, una agencia de alquileres revisará su calificación crediticia antes de permitirle firmar el contrato (o exigirá que los padres firmen conjuntamente).

  7. No solicites una tarjeta de crédito o débito conjunta con tu hijo

    Sin importar qué tan tentadora resulte la idea de ayudar a tu hijo, no lo hagas. “Nunca le entregues a tu hijo una tarjeta de débito vinculada a tu cuenta corriente, pues ello implicaría acceso ilimitado a tu dinero”, aconseja Kobliner.

    En cuanto a las tarjetas de crédito conjuntas (diseñadas para los adolescentes incapaces de obtener una tarjeta de crédito propia) tu buen crédito se vendrá abajo si tu hijo mete la pata. El consejo de Kobliner: “¡No lo hagas!”. Si quieres que tu hijo tenga una tarjeta para emergencias, considera agregarlo como usuario autorizado en tu tarjeta American Express. El dinero proviene de tu cuenta, pero la compañía te permite establecer un límite de débito para tu adolescente.

Translated by: SpanishWithStyle.com

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