Durante las vacaciones, mi diligente sobrina cuyas calificaciones son sobresalientes estaba angustiada: se enfrentaba a su primera F.

La he visto trabajar duro en la escuela: cursando inglés de colocación avanzada con el profesor más estricto de la escuela, quedándose en casa para estudiar mientras el resto de su familia salía a pasear. Es hábil y ambiciosa, una chica que se quema las pestañas estudiando, por lo que, una F (o quizás una D) en su récord no fue el resultado de que de repente decidió no estudiar.

Como temía contárselo a su mamá, hizo la prueba conmigo primero. Mientras hablábamos, me di cuenta de que se enfrentaba a una encrucijada. Estaba tomando cursos de ciencias y humanidades en su segundo año de universidad. Al mismo tiempo.

En la universidad, yo hice lo mismo por año y medio. Recuerdo sacar A en los cursos de humanidades, pero a duras penas conseguía B y C en las clases de ciencias y matemáticas. También recuerdo que un 95 en un ensayo de humanidades era una A directa, mientras que un 30 por ciento (lo que yo asumía como una F) en el laboratorio de química podía convertirse mágicamente en una B+ al usar el método de evaluación comparativa. Yo trabajaba duro en ambas, quizás más duro en las clases de ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM), pero sentía que ya no había nada más que hacer. Cuando sueles obtener mejores notas en un área, eso es una señal, ¿no?

Ahora, al ver que esto le sucedía a mi sobrina, me di cuenta de que no todo está escrito en piedra. Se asume que las notas en la misma universidad son, de alguna forma, comparables. Pero no lo son. Insté a mi sobrina a que no se rindiera solo porque los profesores de las clases STEM son más exigentes, que no lo tomara como un mensaje para que dejara esos cursos difíciles de ciencias.

Le dije que no estaba sola, que también me había pasado a mí y que yo permití que eso me desanimara. Si la anécdota de mi experiencia no es suficiente, las siguientes son algunas tendencias desalentadoras de un estudio sobre los programas STEM en los Estados Unidos.

  • Algunos chicos están interesados en las ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas, pero a medida que pasan por el 8º, 9º, 10º, 11º y 12º grado, el 57 por ciento de estos chicos deja de sentir interés por estas asignaturas.
  • De los pocos que toman cursos STEM en la universidad (como mi sobrina), 4 de cada 5 los abandonará antes de graduarse.
  • Mientras que el 60 por ciento de las universidades tiene programas que fomentan el estudio de cursos STEM, solo un cuarto de esas universidades piensa que su programa funciona.

Es posible que muchos chicos, al pensar en prospectos de carrera, hagan la misma comparación de notas que mi sobrina y yo hicimos, sientan cómo su interés en los cursos STEM se empieza a desvanecer y tomen decisiones sobre si seguir una carrera STEM o no. Pero tener notas más bajas en las clases de ciencias y matemáticas no son una señal de que tu hijo no es bueno en esas asignaturas o que debería rendirse.

Richard Rusczyk, un ganador de las Olimpíadas de Matemáticas y fundador del programa de matemáticas en línea “Art of Problem Solving” (enlace en inglés), dice que necesitamos cambiar las expectativas al calificar. Él dice que no se refiere a regalar sobresalientes, sino que debemos luchar contra lo que él llama la “Tiranía del 100 por ciento”. “Se supone que debe ser difícil, si obtienes un 98 por ciento en una clase… a lo mejor es porque es muy fácil”. Lee más sobre la opinión de Rusczyk y el beneficio de notas más bajas en los cursos STEM (particularmente en matemáticas) [enlace en inglés].

Por cierto, mi sobrina se comprometió a retomar el curso, ponerle empeño y salir mejor. Luego, recibió su calificación. Su nota final, con la evaluación comparativa, fue B.

Translated by: SpanishWithStyle.com

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